miércoles, 9 de noviembre de 2011

La mujer que venía a ser Reina y murió en la indigencia

Reyes, Virreyes, Condes, nobles, indígenas, criollos, en fin, un sinnúmero de personajes han pasado por estas calles y hasta nuestros días nos llegan algunas de sus historias, ésta es una de ellas:
En Tacuba 65, entre Palma e Isabel la Católica, se yergue un palacio de tezontle cuyos bajos han sido asaltados por zapaterías, tiendas de ropa y perfumerías. Los rótulos —Bandolino, D’Vargas, Mishka, Fraiche, Zapaterías León—, así como una fila de arbolillos sembrados en la banqueta, ocultan la belleza desnuda del edificio: la ciudad de los palacios no es hoy más que una serie de calles abiertas al consumo.
Sin embargo, cuando esa marejada de signos distractores permite a los peatones levantar la cabeza, aparece como de golpe un portento del siglo XVIII, un caserón que sólo pudo ser habitado por nobles, por condes, por virreyes.
En ese sitio vivió doña Josefa Sánchez Barriga, la última virreina de la Nueva España.
En ese sitio se tejió una de las historias más trágicas, más sórdidas y más olvidadas de la historia de México. No está mal pensar en ella mientras uno se prueba unos zapatos.
Que doña Josefa Sánchez Barriga fue la última virreina de la Nueva España es un decir, porque, cuando ella desembarcó en Veracruz en compañía de su esposo, don Juan de O’Donojú, el país se hallaba incendiado por la guerra y las Cortes de Cádiz acababan de suprimir los virreinatos.
O’Donojú estaba destinado a ser un personaje infortunado. A sólo un mes de que aceptara firmar el acta de Independencia y de que entrara marchando con el Ejército Trigarante a la ciudad de México, murió repentinamente, a) a consecuencia de una pleuresía; b) envenenado por Agustín de Iturbide, según apunta Carlos María de Bustamante.
Su mujer, que había llegado para ser virreina, de pronto se encontró completamente sola. No podía volver a España porque Fernando VII había declarado traidor a su marido (“Lo envié a que me conservase esos reinos, no a que los diese a los enemigos de la Corona”) y en su cólera había proscrito, también, a su familia entera.
Aunque Iturbide le destinó una pensión de mil pesos mensuales —en pago por los servicios que su esposo había prestado a la Independencia—, la abdicación de éste a la corona imperial hizo que aquel pago se suspendiera.
El país quedó en bancarrota. Se sucedieron las revoluciones, las asonadas, los pronunciamientos. En medio de la orgía de sangre, nadie volvió a pensar en la virreina fallida.
Hacia 1930 Joaquín Meade y Trápaga halló en el Archivo General de la Nación un paquete de cartas que habían pertenecido a la virreina. Encontró también los documentos del juicio de desalojo que se siguió a doña Josefa cuando dejó de pagar la renta del palacio de Tacuba 65.
Durante 12 largos años, la mujer se había sostenido vendiendo sus muebles, sus trajes, sus joyas. En 1833 sus arcas estaban exhaustas, y a ella la había alcanzado el hambre.
A través del distinguido Lucas Alamán, el dueño de la propiedad, que no era otro que el duque de Monteleone, le presentó una demanda por la cantidad de 2 mil 387 pesos.
Como no pudo pagar, fue arrojada a la calle. En 1838, un antiguo combatiente de la Independencia, el general Mariano Michelena, formó parte del gabinete de Anastasio Bustamante. Michelena se condolió de la suerte de doña Josefa, le envió seis pesos con un criado, y prometió conseguir que le pagaran una pensión rebajada (500 pesos mensuales).
“¡Ojalá se pueda conseguir! —le escribió ella— Los quinientos pesos me sacarán del cruel purgatorio en que me hallo padeciendo tanto tiempo hace”. El estado de la hacienda pública era tan ruinoso que no permitía que se pagara siquiera el sueldo de los empleados.
Los 500 pesos no llegaron nunca y la viuda de O’Donojú tuvo que peregrinar de casa en casa, y de cuarto en cuarto.
Su antiguo rango le autorizaba algunas consideraciones por parte de los propietarios. Pero éstas se iban apagando a medida que las deudas crecían.
El 20 de agosto de 1842, Carlos María de Bustamante anotó en su diario: “Murió víctima de indigencia la señora María Josefa Sánchez de O’Donojú, la cual subió a tal punto que hubo días en que sólo se alimentó con café”.
O’Donojú, tercer firmante del acta de Independencia, fue olvidado pronto. Con la misma rapidez, la ciudad borró al fantasma de su viuda. En este tramo de Tacuba, sólo hay fragancias: una ciudad que huele a perfume.

Fuente: El Universal

viernes, 4 de noviembre de 2011

Día de muertos en la Ciudad de México

La Tradición del Día de Muertos es una fiesta que se celebra en todo el país, y el Distrito Federal no es la excepción.
Hay altares, comida, gente en procesiones, los panteones rebozan de color y pareciera que todo es una fiesta.
Según la creencia, estos días las almas de las personas fallecidas regresan a visitarnos:

El día 28 de Octubre a partir de las 12:00 hrs. Llegan Las animas que tuvieron muerte trágica.
El día 29 de Octubre a partir de las 12:00 hrs. Llega el ánima sola, es decir, aquella que ya no tiene familiares.
El día 30 de Octubre a partir de las 12:00 hrs. Llegan las animas del limbo (aquellas que murieron sin ser Bautizadas)
El día 31 de Octubre a partir de las 12:00 hrs. Llegan los niños
El día 1°de Noviembre a partir de las 12:00 hrs. Llegan todos los Santos
El día 2 de Noviembre a partir de las 12:00 hrs. Llegan los fieles Difuntos.

Lo que se estila es colocar un altar con ofrendas, las cuales están conformadas de la siguiente manera:

La ofrenda en el día de muertos
Debe estar en tres niveles que representan el cielo, el infierno y el inframundo.
Debe poseer nueve elementos que se consideran necesarios.

Agua
Se ofrece para que las animas mitiguen su sed después de su largo recorrido, y para fortalecerse en su regreso; también como fuente de vida.

Sal: Evita que el cuerpo se corrompa; invitación al banquete de la ofrenda, como elemento de purificación y sabiduría

Luz: Es uno de los elementos más importantes representado en cirios y velas, símbolo de fe, de amor eterno, llamarada de triunfo porque el Alma pasa de esta vida a la otra: a la inmortalidad.
 Es la luz que le  ayuda a no perder el camino a las ánimas.

Copal o incienso: Elemento que sublima y transmite a la oración y a la danza alcanzando el holocausto, para evocar los seres superiores, divinidades y alejar a los malos espíritus

Flores blancas y amarillas: El color blanco del alhelí significa pureza y ternura. El Cempoalxochitl, significa riqueza, flor de oro que representa a Tonatiuh (sol).

Silla: Es de suma  importancia ya que las animas llegan cansadas del viaje y se les recibe con un buen descanso y que se sientan bienvenidas.

Juguetes: De preferencia un perro para que fuera su lazarillo en los peligros y como ayuda para cruzar el río Chiconahupan, último paso para llegar al Mictlán.

Pan y alimentos: Alimento de la fraternidad y simbolo de la convivencia familiar. Acompañados de aguardiente, vino, y platillos de la cocina mexicana.

Pan de muerto: Este pan en forma de rueda significa el ciclo de vida y se coloca en la ofrenda sostenido por un trozo de caña que simboliza el paso triunfal de la vida hacia la muerte.

La ofrenda de los Difuntos y todos los regalos tienen 3 gracias, 3 dones y 3 intenciones que son:
Ofrenda material
Ofrenda Moral
Ofrenda espiritual

Es un deleite pasearse por las ofrendas y ver las diferentes tradiciones de nuestro México. No lo desaprovechen y acudan con su familia a Coyoacán, el Centro Histórico o en su delegación.



Playas de Ixtapa

Guerrero no es sólo Acapulco, también allí encontramos otras playas igual o más paradisíacas que el famoso balneario; uno de esos lugares es Ixtapa, que se encuentra a 200km al norte de Acapulco.

Aquí encontrará todo lo necesario para pasar unas vacaciones relajadas o divertidas. Existen disponibles miles de actividades  con espectaculares vistas del océano.

Se encuentro catalogado como uno de los mejores lugares a nivel mundial para practicar la pesca deportiva, además de que encontrará excelentes lugares para bucear, hacer kayak, o simplemente relajarse en sus playas de suave arena.

Ixtapa tiene una temperatura media de 27 grados durante todo el año y el sol está disponible para todos los vacacionistas alrededor de 340 días del año.

Conozcan más de México y sus playas, se encontrarán con grandes sorpresas.